Durante muchos años, los investigadores han estado descubriendo la conexión oculta entre el intestino y otros sistemas de órganos. En un principio se pensó que esta conexión solo afectaba ciertas condiciones de salud, pero ahora estamos descubriendo que el intestino está vinculado e interconectado con cada aspecto del cuerpo. Además de que el intestino es un jugador importante en la salud general, el cerebro está en segundo lugar. La investigación ahora ha demostrado que el eje Gut-Brain afecta el sistema nervioso central, el sistema nervioso simpático y el sistema nervioso parasimpático.
El comienzo de la conexión entre el intestino y el cerebro
El eje intestino-cerebro comienza desde el nacimiento. El canal vaginal de la madre alberga una microbiota especial que se transfiere al bebé durante el proceso de parto. Este recubrimiento de microbiota inicia el microbioma del niño ya que los bebés nacen esencialmente "estériles". Si un bebé no está expuesto a la microbiota de la madre (ejemplo: si un niño nace por cesárea), el bebé tiene una probabilidad significativamente mayor de desarrollar enfermedades autoinmunes en su vida, así como asma. Se cree que esto se debe al hecho de que el contacto bacteriano que recibió el niño estaba fuera de servicio.
La influencia del tracto gastrointestinal y el sistema nervioso central
Hay muchos factores que influyen en el desarrollo de la microbiota. Los cambios más comunes ocurren por estrés, reacciones dietéticas y ciertos desencadenantes ambientales. El cuerpo maneja el estrés físico y emocional de la misma manera, lo que lleva al sistema nervioso simpático a aumentar.
Dependemos en gran medida de que nuestro instinto sea nuestra primera línea de defensa cuando sucumbimos al estrés. El segundo factor que influye en el tracto gastrointestinal y el sistema nervioso central son los componentes de la dieta. Estos componentes dietéticos se ven diferentes para cada individuo. Para algunos, el gluten o los productos lácteos causan reacciones inflamatorias, mientras que otros se ven afectados por las dietas altas en fructosa. Las dietas altas en fructosa se han relacionado con la resistencia a la insulina, la enfermedad del hígado graso no alcohólico y el síndrome metabólico. Estas condiciones de salud crónicas manifiestan más inflamación y una mayor probabilidad de que las bacterias tengan acceso a la barrera epitelial.
Uno de los últimos factores que se ha demostrado que afecta la microbiota son los factores ambientales. Estos factores incluyen toxinas que pueden conducir a deficiencias de vitaminas.
Niveles de citoquinas
Todos los factores mencionados anteriormente (estrés, dietas altas en fructosa y factores ambientales) alteran los niveles de citocinas en todo el cuerpo. Cuando se alteran las citocinas, se altera la química cerebral y los neurotransmisores. Las citoquinas tienen la capacidad de evitar la barrera hematoencefálica. Esto actúa directamente sobre los niveles de serotonina liberada, afectando en general el estado de ánimo y los comportamientos que sienten las personas.
Es importante darse cuenta de cómo los sistemas del cuerpo están interconectados y cuán fácil puede influir un aspecto en la función corporal.
Todo comienza en el intestino, lo que esencialmente significa que todo comienza en la cocina. Ser consciente de los componentes nutricionales que ingiere mejorará significativamente la salud intestinal, lo que conducirá a una mejor salud cerebral. A menudo no relacionamos la depresión o los dolores de cabeza con nuestro intestino y nuestra dieta, ¡pero es uno de los principales factores que impactan nuestra salud en general! Llevar una dieta antiinflamatoria y mantener un régimen de ejercicio regular es un buen punto de partida. - Kenna Vaughn, Entrenadora Senior de Salud
Referencias
Vreeland, Capítulo: "El eje intestino-cerebro: el papel del intestino en la salud del cerebro", 2015 de Integral "Terapias para la depresión: redefiniendo modelos para evaluación, tratamiento y prevención".
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